Después de una larga tormenta de 21 horas, embriagaste a nuestro ser con tu aroma. Llegaste el 21, a las 20:50 y nos hiciste la tierra más fértil del universo.
Gracias a Lola, a Eva, dos excepcionales matronas del Hospital San Juan de la Cruz, y a la inestimable sabia mano del doctor Armenteros, que llego en los momentos más necesarios para Gabriel y Tony.
Gracias a ti, Tony, por regalarme una sesión sin precio de esfuerzo, amor y comprensión. Has llegado a ser la mayor heroína de mi historia.