Nuestras cofradías, nuestras hermandades, son entes vivos, parte integrante de la sociedad ubetense y con un papel muy importante en el tejido humano y social de la ciudad. Aunadas bajo el tejado de la Unión Local de Cofradías, realizan sus funciones como si tuvieran vida propia, pero todos sabemos que detrás siempre se encuentra un grupo humano, sus juntas de gobierno, que bien o mal toman decisiones y ponen a sus hermanos algunas veces en tesituras comprometidas, llegando a empañar incluso a la historia y el decoro de la propia hermandad. Y lo peor es cuando actúan de manera escondida y taimada, buscando su propio beneficio, olvidando los valores puramente cristianos que deben regir sus actividades y decisiones; conociendo que algo se ha atacado cuando la persona o ente perjudicado actúa en consecuencia y las consecuencias, valga la redundancia, se hacen visibles y palpables. Luego si se anulan contratos, la culpa es del que no firma; si faltan costaleros no es por la falta de idoneidad del capataz; o si la hermandad pierde algún elemento que consideraba de su patrimonio es solamente culpa de aquel que en su potestad y tras el agravio decide que su obra deje de mostrarse en casa del que le ha dado con el látigo.
En este caso ha sido la música, una música que no se va a
interpretar donde se interpretaba siempre y a la que continuamente se le está
poniendo trabas mediante amenazas para que no se escuche en otros momentos y lugares
de esta Semana Santa nuestra que en tres días resucitará de entre las lluvias.
Se ha demonizado al creador y nadie, pocos, se han preguntado por el hecho subyacente
que motivaron las consecuencias. Y todavía se le sigue dando golpes al bombo:
en redes sociales, en la barra del bar e, incluso, en los atriles que sirven
para sostener pregones. Quizá todo esto termine cuando se conozcan
verdaderamente los entresijos de esta historia que ya empieza a cansar, la
historia de Penas e Injusta Condena. Hay dos dichos que juegan sus cartas en el
juego: el que dice “al que quiera saber, mentiras con él”; o ese de “por saber,
nada se pierde”. Cada uno que escuche lo que le convenga.
Un sabio ha dicho que aquí solamente estamos de paso, y no
hay mayor sentencia que esa. Aquí solamente se hacen eternos los que saben, los
que quieren y los que pueden, el orden, pónganlo ustedes; y el resto, categóricamente,
estamos aquí para admirarlos.