jueves, 28 de agosto de 2008

Bueno, pero tarde



Uno de los momentos más críticos, en este mundillo del carnaval, es cuando llega la ocasión de elegir los dos pasodobles que se cantarán en la final. En mi grupo, desde hace dos años, la decisión corre a cargo de todo el grupo en votación espontánea y velada, aunque si en ella se comete alguna aberración (cosa muy normal sabiendo la gran diversidad de personalidades dentro de la comparsa... es broma), mi voto cuenta doble y algunas veces triple; en todo caso, siempre estamos de acuerdo en lo que se ha de cantar. Pero algunas veces, tras cantarlo un par de veces, te das cuenta de un pasodoble que ha llenado más al pueblo y que quizá se hubiere debido cantar en la tan ansiada final del Ideal: eso ocurrió con el siguiente pasodoble, de la comparsa Los mayas, este último año, cuando algunos "personajes del mundo de la farándula carnavalesca" incluso se enfadaron conmigo por no incluirlo en la fatídica noche de Febrero. Aquí lo dejo, para recordarlo, y ahora con mayor razón puesto que se avecina un festival en memoria a los veinticinco años del primer concurso, y en homenaje a todos y tantos y tan buenos carnavaleros que Úbeda nos ha dado. Ojalá y esto no termine nunca, y de vez en cuando, algún pasodoble se quede en nuestra retina auditiva. La foto es un homenaje a Guijarro, por sacarme tan así.






Si le hablo de cultura no sé contar porque me siguen faltando dedos.
Enumerar el arte desde aquellos Eros
o desde que aquel Charly se dignara entonces a escribir al pueblo.
¡Cuánta poesía, cuántos versos que quedan en el recuerdo!,
que ironizaban sobre el gobierno,
que entronizaban a nuestro pueblo.
¡Cuánta poesía sin premio!
Litri, el Seco, el Bolo, los Troche…
¡ay, si esto fuera El Quijote!...
los que podría nombrar.
Cuánto arte trajo Febrero
y se plasmó en un libreto
que en un cajón morirá.
Vandelvira, al Viejo, al olivar,
a un paseo que anochece en Santa María:
pasodobles que llegaron muy adentro
del que es carnavalero
y Úbeda no va a apreciar.
¡Qué pena de cultura que se quedará
perdida en la memoria
de esta fiesta que es la misma gloria!
Pena de patrimonio que Úbeda no quiere
tenerlo en su historia.

martes, 26 de agosto de 2008

¡Para volverse loco!


¡Qué maravilloso invento el frigorífico! Cómo mantiene fresquitas las cervecitas, las aceitunas, las berenjenas en esta bella estación del verano… ¡Maldito sea el maldito ruido que desprende este maléfico frigorífico en esta puñetera estación del año! En el del frigorífico y en el del aire acondicionado, en el mío y el del vecino de al lado, y el de arriba, el de enfrente y el del ático y el de tres barrios más abajo. ¡Cómo me gusta este artilugio! Me refresca las siestas y me reseca las mucosas durante tres meses pero, claro está, me salva de los despertares con la cabeza rociada de sudor y la entrepierna cocida por el calor y el roce. ¿Quién no se ha dormido bajo un cielo estival pleno d estrellas, al arrullo de la melódica rondalla del negro, brillante y simpático grillo? ¡Al carajo!, aunque suene muy gaditano (¡qué bonito lo gaditano: sus playas, sus atardeceres, sus mareas!), con esta aberración en la creación divina, con estos y las chicharras que, aunque son menos molestas para el sentido del oído, son las culpables de que cuando el termómetro marca cuarenta, en mi termómetro interno luzcan diez o veinte grados más: ¿quién no ha acompañado la lectura de un buen libro con la cantinela de estos bichitos? Tres cajas de ibuprofeno, descubrir a Salman Rushdie y no llegar a odiarle simplemente porque es poseedor de una deliciosa prosa olvidadiza-de-estruendos-grilliles. ¿Y los mosquitos, y las arañas, y los saltamontes, y las palomitas? ¿Y el aromático-hacedor-de-ataques-asmáticos llamado insecticida? Pero qué bonito es el verano, sobre todo cuando te quedas sin vacaciones y vez en la televisión la tez morena y cálida de José Luís Rodríguez Zapatero: el mismo que me ha quitado un pellizco de mis ahorros porque la crisis tenemos que pagarla entre todos. ¿Usted qué paga? A usted le pagamos por tocarnos las… por robarnos las vacaciones.

No puede gustarme el verano si en el carajillo a media tarde no me acompaña la bohemia de un ambiente frío y amable, que haga de cada sorbo una delicia y un viaje al país de estas maravillas de nuestro mundo; si abro el armario y me veo paseando por algún rincón de invierno, de esta ciudad de invierno, mirando a la gente como cualquier día de invierno, bajo la lluvia, entre la niebla, a través del gélido universo que rodea nuestra vida en cualquier día de invierno: si abro el armario y me veo paseando por algún rincón de invierno, con las manos arrellanadas entre el suave y cálido tejido de un abrigo de invierno que me esconde bajo mis ojos, haciendo que un paseo bajo el tibio cielo del invierno sea un regalo de los dioses. El calor acaba con mi paciencia, mi actividad y mi conciencia de ser. Sólo el frío me devuelve los cinco meses de Febrero y los otros cinco del primer plenilunio de la primavera: la cochera, mis pasodobles, otra comparsa, el carnaval, el fuego de la Navidad, la ingravidez y la bohemia de los ensayos, el costal, la faja, una cerveza sin sudar, una conversación sin ansiedad, sin prisas, el costas, la faja, el Lunes, la Madrugada, el brasero, la película, el abrazo, los días sin nada, los días con todo, la caricia de la lluvia, la lluvia, el pantalón largo, el carajillo, sin hielo, al cielo, piano, los guantes, bufanda, la feria y el jersey por la noche, la piedra nublada, la piedra mojada… ¡te quieres ir al carajo con el verano!

Hasta el, otrora, delicioso ruido del ordenador me angustia y el papel y la tinta me agotan. ¡Y el grillo no se muere! ¡Para volverse loco!

martes, 19 de agosto de 2008

Mi primer pasodoble


Ahora que no tengo ni tiempo para mí, es decir, que no se visten mis segundos y minutos de reflexión y literatura, voy a ir barriendo la arena que aquellos pasodobles de mi historia van acumulando sobre su tez, para que recuerden la luz de aquellos carnavales que fueron su batalla. Comienzo con el primer pasodoble que salió de mi Bic, en aquel taciturno cuarto de Granada, testigo de tantas palabras y tantos desvelos, cuando tan seguro estaba de hacerlo correctamente y tanto miedo me daba naufragar en una cultura que no sentía (¡parece mentira que ahora me da miedo que llegue el día en que no pueda alimentarme de las noches de jueves al arrullo de esos pasodobles que aún no son y que ya viven!). Siempre quedarán las animosas palabras de mi buen amigo Viedma: "es el mejor pasodoble que he cantado hasta ahora, aunque es una pena porque Úbeda no lo va a apreciar como se merece"; aún me lo sigue diciendo aunque ahora ya no es su favorito puesto que con los años todo el vino gana en paladar. El primer pasodoble de mi primera comparsa "Los elegidos".

En realidad
el hombre de la tierra no ha visto el cielo.
En realidad
ha dibujado el cielo en la tierra,
transfigurando la rosa en bestia,
sembrando de espino
un camino divino:
ha inventado una guerra santa
santificando vidas humanas,
ha matado a un hijo
por negarse a donar su sangre;
sigue dándose golpes
sobre un muro lleno
de lamentaciones;
sigue persiguiendo a un buda
y un nirvana que no existe
mientras que hombres por hambruna
a morir, ¡por Dios!, resisten.
Creemos
en unas vacas sagradas,
seguimos
el rito de cierta cena
que a saber si Jesucristo
la comiera,
seguimos creando imperios con varios nombres,
imaginando en el cielo cortes
de las que solo somos bufones.
No vemos que en la tierra hay un imperio,
no es el de Bush, que no es el dinero;
no es el infierno:
es el que he elegido,
ya habrá tiempo de ser dioses,
que solo quiero sentirme querido.
Reza con lo que digo:
sólo quiero ser yo frente a tí,
ser tu dios y que tú seas el mío.

Aquí dejo la música del pasodoble de aquel año con otra letra distinta: un pasodoble a Camarón, al arte. Se oye un poco lánguido, demasiado lento: ha sido cosa de goear.


martes, 12 de agosto de 2008

Bodas de Febrero


Este fue el pasodoble que su comparsa le cantó en el feliz día de su boda. Fue tan fácil escribirlo, amigo, porque fácil es la amistad que me une a tí y a tu mujer.


Ha llegado el día de levantar anclas
de esta carabela que te llevará,
al bosque encantado que tú has elegido
donde tu familia allí formarás.
Atrás se quedan los años de larga espera en la estación,
los dos sentados en el andén de este destino
donde Natalia aquel día te besó
desmoronando la alcazaba de tu amor
te hiciste un hombre sucumbiendo a su encanto: te embrujó.
Ahora que vas a zarpar
cuida de ella como de nada lo has hecho
que Santa María te la bajó del cielo,
porque a tus hijos traerá,
a esos que del bien y el mal debes hablarle
igual que contigo lo hicieron tus padres.
Se que lo harás
porque eres un gran hombre de honor y lealtad
cógele la mano y dile la verdad:
que ella en tu vida ha sido el primer premio;
solo me queda brindar,
desearte un futuro lleno de alegría
pero no te olvides jamás en tu vida
que aunque ahora seas feliz en tu nueva casa
aquí siempre tendrás el rinconcito
de tu comparsa

Aquí dejo la música que me sirvió de cimiento para la letra: pasodoble de la comparsa de Tino Tovar "Las estaciones"