martes, 27 de enero de 2009

Este año... Vandelvira



Cuentan las viejas lenguas que, cuando Cancerbero nos mece en la barca que nos hace cruzar las pantanosas aguas de la parca para desembarcar en la otra orilla de la vida, no nos vamos eternamente, sino que entre los viejos bosques en los que hemos deambulado se queda impresa nuestra esencia. Y si nosotros, anónimos polizones, partimos dejando el recuerdo de nuestros pasos, que decir del artista, que añade a su memoria el epíteto de lo tangible: piedra, formas, letras, pintura, colores… belleza.

Y si hablamos de artistas, por cercanía y “ubedanía”, hemos de hablar de Don Andrés de Vandelvira, que se hizo grande por lo que Úbeda le dio, y Úbeda se hizo grande con lo que Don Andrés la agració. Y así habla esta comparsa de Don Andrés de Vandelvira, disfrazando esa esencia que deambula por nuestras calles, que por estar rodeada de su obra, casi se siente revivir o renacer en los silencios de la noche. Y así hemos osado vestirnos con la piel de esta esencia, permitiéndole al artista tornarse en hombre que habla, dice y canta a su obra, a la ciudad donde emerge su obra y a los hombres a los que dejó el legado de su obra, requebrando a sus piedras, entristeciéndose por los males que le aquejan y despertando las conciencias de los ubetenses, para que sean el cofre que guarde el inmenso caudal de las dichas de esta ciudad.

Aquí está esta comparsa; aquí está este Vandelvira que no habla de su historia, ni de formas geométricas que dieron origen a tanta belleza, ni de piedras amontonadas de tal manera que se erigieron en las puertas del paraíso; aquí está esta comparsa camino de sus diez años, envuelta en un Vandelvira a nuestra manera; aquí está un Vandelvira que habla de Úbeda, para Úbeda y por Úbeda con la fuerza del carnaval: el corazón, rabia y alegría, y el sentimiento.

Para lo demás, a quién quiera saber, ahí están los libros. Esto es carnaval.

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