sábado, 23 de febrero de 2008

SOLEDAD ENTRE PIEDRAS


Se adentra mi imaginación entre los muros de cualquier templo de mi Úbeda bendita e intuyo tan gran silencio que llega a molestar mi paz interior. Percibo un silencio perpetuado por el eco de un repicar de campanas que llama a la oración, irrumpido por el retintín de un Padre Nuestro de una eucaristía de tarde y afianzado por el retumbar de una llave que cierra sus puertas hasta que el sol limpie sus vidrieras de la oscuridad de la noche. ¿Puede haber más bello silencio imaginado que el que a estas horas se puede escuchar en cualquier templo de mi Úbeda bendita? Pero hay un silencio que no quiero escuchar, ese que está en la orfandad de campanas, de padres-nuestros y de llaves que cierren el devenir de un día. Hay un templo que alberga tal silencio que soy incapaz de oírlo, que ha olvidado cómo será su cara cuando de nuevo lo dejen reflejarse frente al espejo de una mañana de domingo cualquiera, cuando su amado pueblo espere a sus puertas para abrazarla tras larga ceguera. Cuántas veces, en la noche, me he sentado frente a ella y le he preguntado tantas cosas que tanto silencio ha ahogado sus respuestas. Pero la intuyo y me cuenta que sonríe cada noche cuando sabe que la luna le trae la certeza de que otro día ha pasado, y que el Nazareno de su alma tacha sobre un muro, en San Pablo, otro número más que le acerca más a ella; que llora cuando se siente mala madre por haber dejado a la Gracia sin el calor de un regazo desde que las manos del maestro Cuadra dieron a luz, y que en las vísperas de cada Lunes Santo la consuela diciéndole que su madre algún día vendrá. ¿Hay tanta tristeza capaz de durar veinticinco años? No sé cómo no ha sucumbido a su pena. ¡Ay, Santa María, mi Santa María! ¡Qué mis ojos no te recuerdan y mi memoria nunca te ha contemplado! ¡Ay, mi Santa María! ¿Cómo es ese silencio tan sonoro y no escuchan tus llantos? ¡Ay, mi Santa María! Veinticinco años de asesinos y tu pueblo los está votando. ¡Ay, mi Santa María! Que te quieren para llorarte y un paño olvida una riña.

¡Ay, qué abran las puertas del cielo! ¡Qué abran mi Santa María!


(¿Cuántos partidos políticos han jugado con ella en sus programas electorales? Mentirosos)

1 comentario:

José Carlos dijo...

Ese es mi Medi bueno, otro Blog para mis favoritos.
De Santa María que decir? una lastima, 25 años y lo que quede...

Un abrazo Medi