lunes, 7 de julio de 2008

Baratijas renacentistas


Ahora no voy a descubrir la penicilina con el tema que me ocupa: ametrallado por los dimes y diretes del burgo mercantil de la crítica fácil y la falacia inquisitoria; pero hay algunos flecos que me gustaría remendar para hacerme un parasol para estos meses que nos agobian. Les hablo de nuestra imberbe fiesta del Renacimiento, no se si en su quinta o en su cuarta edición, que este año solo he podido saborear, por temas laborales, en la aciaga noche del jueves, que no santo, de esta semana pasada.

¿Renacimiento? Sí, lo oí entre el magno murmullo de un tropel de ubetenses hacinados entre cuatro o cinco tabernas cofrade-renacentistas; era algo así como imaginarse renacer los árboles que nos rodeaban o el pululo en un hormiguero cercano. Ese fue el Renacimiento que encontré en la noche del jueves suponiendo que las casas de la Redonda y la Baja del Salvador no pertenezcan a este periodo de esplendor arquitectónico en la que Úbeda fue engalanada. Pero consiguieron trasladarme a aquellos tiempos cuando me adentré en el mercado de la feria y a cada rato miraba hacia atrás queriendo encontrar a algún ladronzuelo del extrarradio o a algún leproso o pestoso que se me acercara y me rozara, algo no muy disparatado si contamos los metros que desde puesto a puesto nos dejaron para deambular. ¿Comprar? ¿Pude mirar el género que me ofrecían? Además, estamos en tiempos de crisis.

Pero hablemos para finalizar de la crisis y de las viandas que allí se “ofrecían”. Me pongo en la piel del pueblo llano de la Úbeda renacentista, seguramente con una economía comparada a la del pueblo llano de la Úbeda de ahora, y los esfuerzos que tenían que realizar para comer en su día a día. Este no es nuestro caso porque aún no hemos llegado a tal extremo pero en la noche del jueves me sentí engañado y, en cierta medida, defraudado ante la pillería de este gremio de las cofradías al que pertenezco. Si todos, o por lo menos los que intentamos no ser tontos, sabemos lo que nos puede valer un kilogramo de carne de pincho porque no protestamos ante un pincho que en sí lleva unos beneficios del doscientos o el trescientos por cien, o una ristra de chorizo que puede tener en el mercado el precio, por lo alto, de cinco euros y se vende una pieza de esa hilera a dos y medio… dónde está la Caridad, sí, la caridad con nosotros mismos, que en estos tiempos de crisis también la necesitamos. Como los ciegos de aquella esplendorosa época me comporté aquel jueves, pero sin limosna que pedir y si impuestos que pagar. En fin, unos precios abusivos de los que me duele, sobremanera, de los estamentos que los pusieron.

Al Cesar lo que es del Cesar y así lo hicimos, y aunque no quisiera desahogar a las cofradías (quizá estoy generalizando porque solo estuve en una de estas tabernas-cofrades) de la parte de culpa que han tenido, no me olvido del principal causante de estas aberraciones contra nuestro bolsillo: el excelentísimo ayuntamiento de Úbeda con sus desproporcionados impuestos renacentistas. A mi me gustaría una fiesta de las que aquí se disfrutan pero sin el trabajo que realizan estas cofradías. ¿Cuándo llegará el futuro en el que se nos faciliten (a las cofradías) la labor que por las fiestas (feria, renacimiento, tapa, cruces, etc) realizan? Y a las cofradías: ¿vamos a pensar un poco en el amor al prójimo que predicó aquel “loco” y hagamos que la gente pase un rato agradable? Para que eso ocurra debemos mirar también a nuestro bolsillo.

En fin, para el año que viene pienso vestirme de judío y pondré un puesto de usura donde ayudaré a aquellos que el renacimiento les perjudica gravemente la salud. Eso siempre que me ayuden a mí antes.

3 comentarios:

Alfonso Donoso Barella dijo...

Pero chiquillo, ¿dónde comiste?
La verdad es que solo he estado en la Taberna Sentenciera, pero te puedo asegurar que todo lo que el Jueves pasó por mis manos (yo era el de la plancha) era abundante.

Si fue allí donde te sentiste defraudado espero poder resarcir el error con abundante alimento en próximas ferias.

Un abrazo hermano.

Antonio M. Medina Gómez dijo...

Sabes que por allí no pasé, o pasé y no pude pararme o me paré y no pude pedir o... yo que se. Pero, no, Alfonso, no estuve allí por eso lo dicho de que a lo mejor estoy generalizando.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

MOLINA:
Eso te pasa por ir a donde no tienes que ir, estando allí tu casa.
Ea te lo mereces.