es la eterna batalla de un querer y no puedo, es la respiración ahogada de primavera e incienso, es la sangre paseando del corazón hasta el cuello, entre el amor a un hermano y el amor a un madero; es la cúspide terrena que lo eleva hasta el cielo; es cerveza, es cigarro, es un abrazo sincero; es la eterna primavera de un palo callado y muerto; es asfalto, adoquines, “revirás” y “vamos al cielo”; es zapatilla, es un paso, es una caricia al suelo; es imán de las miradas que de vez en cuando bajan del cielo; es ensayo, es silencio, es sudor en verbo hecho; es la firmeza de un corriente y el suave arte de un patero; es la sangre imaginada, es imaginar el infierno cuando estás ganando al tiempo; es la madre, es el padre, el hermano en el que pienso; es la voz del capataz, su palabra que es mi aliento; es la lágrima en un ojo, es la gracia, prendimiento, los dolores de una madre, es el hombre de mi pueblo; es un rechinar de dientes, el dolor de mis deseos; es historia de las calles, callejuelas y pasajuelos; es la pausa, es el nervio, es la furia y es el miedo; es querer como Tú me quieres y quererte como te quiero; es el costal, la faja y el hombre que llevan dentro.
A todos mis hermanos de faja y costal, por quererlos como los quiero.
A todos mis hermanos de faja y costal, por quererlos como los quiero.
2 comentarios:
Ay. amigo Medina,para poder estar contigo bajos las trabajaderas he tenido que aplicar lo de "si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma".
Que me gusta oirte hablar.
Un abrazo
Lo de Mahoma lo dices por la cara de moro que tengo, eh?
Sabes de sobra que algún año Mahoma irá a la montaña, y no niegues que lo sabes. Solo me falta ver a mi Señor sin que llueva.
Un abrazo, hermano
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