jueves, 24 de abril de 2008

CORRECTO


Vamos a tomarnos ese carajillo de coñac al que me has aficionado, encendámonos el primer cigarrillo y mirémonos a los ojos, señor. Todo correcto.

Hablemos de lo que nos une: Nuestra Señora de Gracia, nuestra madre sentimental; nuestra comparsa, la que empecé a escribir cuando tú dejaste de hacerlo; y sobre todo de la gran amistad que ha surgido al estar trabajando, codo con codo, por estas dos locuras que nos ocupan todos los días del año. Hablemos de ti. De tu tesón y sacrificio, de tus casi diez horas diarias de trabajo en esa oficina que es parte de tu vida y que a todos se nos viene a la mente cuando nos acordamos de ti; hablemos del tono amarillento de tu índice y de tu corazón y vamos a encendernos otro cigarro, digan lo que digan: este es mi blog y aquí se fuma; hablemos de tu filosofía imperturbable, de tu tímido carisma, del equilibrio en las formas: hablemos de tu pachorra, amigo. Dame un Camel, enciéndete tú otro y sigamos hablando de los dos libros que ocupan ahora tu vida, ese que coges en tu habitación y el otro que descansa junto al sofá; hablemos del romance pregonero, del comunismo de la tinta y no me digas más que me cambie de camiseta porque aquí no tengo corbata. Cuéntame las veces que te has enamorado y no me hables de tus amigos, que ya sé que tienes muchos; recítame las joyas de carnaval que han salido de tu escritorio y que nadie, valiente grosería, recuerda ya, recítame aquel popurrit de Costaleros que escribiste en media hora y a ver quién es el valiente, me incluyo, que repite esa heroicidad; porque eres un héroe de esos cómic que no lee nadie, esos en los que el protagonista no cambia de traje, luchando con sus convicciones contra enemigos imaginarios: quien se piense tu enemigo vive en el absurdo. A este cigarro invito yo. Los cafés corren de mi cuenta. Nos vemos luego, pronto, siempre. Ya no cuentes más cosas, qué te busquen puesto que siempre te encontrarán. Correcto.

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